lunes, 31 de diciembre de 2012

Adiós pequeña Sara, bienvenido 2013.



Me encanta ver los vídeos caseros. Por suerte o por desgracia, mi padre insistía en grabar hasta los chavales  tirando petardos en la calle en Año Nuevo. Gracias a este tipo de vídeos he visto mi evolución, cada año, dejé de disfrazarme con antifaz, peluca y gorro, para arreglarme con un ajustado vestido con el que deslumbrar toda la noche. Pase de mandar cincuenta SMS a mis "amigos" del colegio para hacer un par de llamadas a aquellos que se merecen el primer "Feliz Año" de mi boca. Dejé de tomar 12 aceitunas, indomable vicio, para hacerme mayor y tomarme las tradicionales uvas. Abandoné la pequeña copa de Coca Cola para brindar con sidra a pesar de ni mojar los labios por el horrible pánico que le tengo al alcohol. Dejé de llevar coletas, para aprender a peinarme yo misma e ir con un elegante recogido. Dejé de insistir en que me cantaran el cumpleaños feliz para despedirme deseosa de ver a mis amigos. 
Creo, que el hecho de cumplir años el mismo día que empieza uno nuevo marca mucho mis etapas. Recuerdo hace unos años, cuando todo aún era más o menos parecido a aquellos vídeos caseros, a mi abuela, que en paz descanse, cuando aún podía andar aunque se quejaba de dolores, antes de necesitar a una mujer que la cuidara. Veía el partido, enfurruñada se quejaba, o las noticias y me preguntaba qué habían dicho y yo me encogía de hombros... ¿cuándo siendo niños nos hemos interesado por las noticias? Cuando llegaba con un top de tirantes en pleno agosto y ella se alteraba diciendo que me tapase que me iba a congelar. "-Que no hace frío, abuela... -Uy, ¡qué no hace frío!" y recuerdo perfectamente su gesto inconformista con el que me miraba sentada en su butaca. Y las cartas, nunca me gustó tanto el cinquillo. Absurdo, y ahora odio jugar a las cartas cuando antes lo que más deseaba hacer nada más llegar a casa de mi abuela era jugar con mi tía, comer las patatas revueltas con huevo tan ricas e inigualables y jugar a las cartas con mi abuela. 
Ahora me bebo un par de cervezas con un cigarro entre los dedos mientras aquel apuesto tipo del otro lado del garito me mira, mientras recuerdo mi infancia. 
Nunca me imaginé que ser adolescente sería así... Supongo que he dejado de ser una niña, pero sigo en mi camino hasta llegar a ser mujer. Pero ¿quién me diría a mí hace diez años que mi vida sería así? ¿Quién me diría que en el 2012 no se acabaría el mundo, pero sí perdería a mi mejor amiga, daría la vuelta a mi pensamiento y cambiaría hasta mi actitud conmigo misma y con los demás? ¿Quién me diría hace diez años que acabaría teñida de pelirroja? ¿Cómo iba a saber que me volvería tan arisca y poco romántica con lo fantasiosa que era antes? ¿Quién me iba a decir que el sexo iba más allá de meter y sacar la polla mientras te agarran de la cintura? ¿Que acabaría estudiando Artes y preparándome para un viaje a la bella Roma? ¿Cómo podría imaginarme que conocería a gente que me hace sentir tan querida como nunca me había sentido?
Si hubiese construido mi vida en un instante, mientras mi abuela sopesaba su acción en la inquietante batalla en su mesa del salón, jamás habría acertado en una sola cosa. Antes hubiese imaginado que acabaría rubia. Pero, "nunca digas nunca". Quién me habría dicho que el 2012 sería así, que acabaría así. Y no soy capaz de plantearme un 2013, y me alegro, porque no quiero, quiero que este próximo año sea una sorpresa más en mi vida, con 18 años y miles de experiencias nuevas que me hagan más mujer. Soy feliz de darme cuenta de lo que crezco, cada vez la niña que llevo dentro está más lejos, y casi puedo echarme a llorar al decirla adiós.Pero una nueva mujer me espera con los brazos abiertos. Sólo pido que este año estabilice más mi vida, ya tengo metas fijas, pero me falta abrir el sendero y despejar esos obstáculos. Pido estabilidad y suerte. La suerte es una virtud que no a todos se nos concede.  
Adiós pequeña Sara, bienvenido 2013. 

sábado, 29 de diciembre de 2012

PRIVATE




Poco a poco nos quedamos vacíos, a pesar de tantos orgasmos guardados en cuatro paredes forradas de trozos de papel escrito y fotos de Jimmy Hendrix. Yo sigo pensando en aquel hombre que me lleve a áticos en verano y a salas de jazz en invierno, entre el humo que se pierde entre rosales, sentada sola en el parque viendo pasear a parejas en plenas navidades. Estoy cansada de hijos de puta, esa moda que ahora os moja las bragas. Yo quiero un hombre que me regale una rosa por sorpresa mientras yo observo a un grupo de músicos urbanos en la Puerta del Sol, que alguna mañana me de los buenos días y una vez a la semana me lleve a una chocolatería. Que me acompañe a casa de madrugada y que me haga una cena especial por mi cumpleaños, que sepa que canción me puede hacer llorar, que tema poner en el coche de camino al cine, que historias contarme cuando esté tumbada aferrada a él sintiendo el ardor de su piel y sus susurros en mi oído. Que sepa regalarme la luna sin necesidad de bajarla del cielo, que me impresione con un colgantito de tres euros cuyo significado vaya más allá del otro lado del océano. Que por las noches antes de dormir le cuente mis filosofías mientras le miro a media luz a sus ojos, verdes o negros, interesados en cada palabra que sale de mi boca. Que cuando me bese sepa que me encanta que me muerdan la oreja y que cuando me folle sepa mirarme a los ojos y soltar un instante sonrisa mientras me pregunta y me insinúa con tiernas guarradas que me pongan burrísima. Que sepa a dónde llevarme cuando planeemos un viaje y se venga conmigo esos fin de semanas al pueblo y charle con mi madre mientras hace la comida. Que mientras me ducho se cuele en el baño y me bese el cuello empapado y suave de jabón. Que cuando escriba algo de lo que me sienta orgullosa él sea el primero en leerlo, y que, ojalá, llegue a emocionarle con alguno de mis relatos.
Llega un momento en el que tu ideal no es un físico, si no una actitud. 
Estoy harta de follarme a tíos que no muestran una actitud. Quizá yo tampoco la muestre, pero no me esfuerzo en cuatro niñatos que ni fingen interés en mis sueños. 'No entiendo por qué no tienes novio' me han dicho más de una vez. No sé, chico, quizás tú también quieras un polvo, un par de risas bañadas en alcohol y un buen rollo evanescente... pues quizás, por eso no tengo novio, porque aún no he conocido a nadie que se pare a conocerme de verdad. Y, la verdad, no me quejo de mi situación, pero no me importa esperar diez años para conseguir a alguien que quiera compartir mis sueños. Los orgamos quedarán sellados en estas cuatro paredes, a los ojos de Jimmy Hendrix, pero mis pequeños deseos siguen esperando en una caja fuerte. 

jueves, 20 de diciembre de 2012

Una historia sobre Eva y el Paraíso.



«En el Paraíso, un día Eva llamó a Dios:
-Tengo un problema.
-¿Cuál es, Eva?
-Sé que me has creado, que me has dado este hermoso jardín, maravillosos animales y la serpiente con la que me muero de risa, pero no soy del todo feliz…
-¿Por qué, Eva?
-Me encuentro sola, además estoy harta de comer manzanas.
 -Tengo una solución, crearé al hombre para ti.
-¿Qué es un hombre?
-Un hombre es una criatura imperfecta, con muchas artimañas, hará trampas, será engreído… Te dará problemas. Será más fuerte y rápido que tú, y le gustará cazar y matar. Tendrá un aspecto simple, pero como te quejas lo crearé satisfaciendo tus necesidades. Tampoco será muy listo y destacará en cosas infantiles como pegarse o dar patadas a un balón. Necesitará tus consejos siempre para actuar cuerdamente.
-Suena bien-dijo Eva mientras levantaba una ceja irónicamente -¿Cuál es el truco?
-Tendrás una condición. Como será arrogante y narcisista deberás hacerle creer que le creé primero. Recuerda, es nuestro secreto… de mujer a mujer…

martes, 11 de diciembre de 2012

Soy jazz, like a diamond.




«Mi corazón herido camina apoyado en los restos de su esperanza. Soy la autora de canciones que no encuentran melodía, la guitarra con cuerdas rotas y el vocalista que ha resfriado su voz. 
Soy un domingo de  diciembre, una mañana helada y un amanecer azulado intenso decorado únicamente con una fina y delicada luna menguante adornado con un planeta reluciente. 
Soy el  jazz que suena lento. Salgamos hoy en pleno diciembre a bailar a aquel garito, que hoy van a poner jazz. Soy la perfecta imperfecta, el agua ardiente y pulverizada de la ducha, y las gotas que se cuelan en la boca resbalando por los labios, la piel húmeda y caliente y el sensual vaho que empaña vuestras mentes. 
Soy nieve y lluvia, soy Audrey Hepburn frente a Tiffany, soy como un diamante, como un rubí. Soy el cruasán y el chocolate caliente en tardes frías y solitarias de invierno. Soy mi propio amante, quién se dice a sí misma lo maravillosa que es su sonrisa, lo preciosa que se ha levantado hoy y lo irritante que me vuelvo a veces. Soy quién decido si visto bonita o no, soy quién decido si esa música es para mí o no, soy quién decido si esta noche nos apetecemos o no. Soy dulce al paladar, un suspiro y follar mientras suena jazz. Soy el sujetador que se desabrocha y la misma humedad entre mis piernas. Soy lágrimas al recordar que se ha perdido, y sonrisas al valorar lo que he ganado. Soy esfuerzo y orgullo, soy rendición. Soy tu diamante, soy mi  diamante. Soy todo lo que yo quiero ser, siempre sonando alguna pieza de piano, un jazz o mis propias canciones de melodía perdida, siempre sonando yo.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Metamorfosis.


  
No consiste en no abrir el pecho, no consiste en no abrir las piernas. Últimamente cuesta tanto una como la otra. Si me canso de abrir las piernas es porque mi corazón está pidiendo salir a gritos de las tinieblas de mi pecho.. Yo me guardaba París en el bolsillo, me leería un libro en inglés aunque no entendiera nada y besaría a un sapo del estanque del centro, solo para regalarme un poco de ilusión, Por esa ilusión yo canto a pleno pulmón y con todas mis ganas, y quién canta conmigo entre sonrisas se lleva mi amor, en cambio quién me cuestiona se lleva mi indiferencia.. Si no compartes mi ilusión no eres digno de mí, allí tienes la puerta.
Toda mi vida incompleta. Acostumbrada a que falte algo y deseando que esa pequeña pieza encaje. Toda mi vida incompleta, y ahora con las piernas cerradas. Cegueras momentáneas que al terminar hacen sufrir al chocarte con la realidad. Y esta puta sociedad corrompiendo, porque me quedo pequeña al compararme con el mundo. Y las piernas cerradas, porque no encajo con nadie, y con quién quiero encajar no mira. Por eso cierro las piernas, porque si no mira, haré que mire y quiera abrírmelas él, y ya de paso, visite el interior de mi pecho sin quitarme la ropa, que quiero calentar mi corazón helado.
Tranquilo pequeño corazoncito, el mundo es cruel pero no dejaré que te hagan daño, solo da un poco más de ti.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Pensamientos de nocturnidad.



11:51 “El placer de despertarse y volver a dormirse”
10:08 El placr d dsprtar y volver a dormir”
Es curioso encontrarse esto en las notas del móvil. Tener la misma idea en tan solo un poco menos de dos horas, interrumpida por el sueño. ¡Madre mía! Y no me acuerdo de que ya lo había escrito Es eso, el placer de despertarse, sentir la calidez de las sábanas, las caricias de la almohada y la ternura del colchón envolviendo tus delgados huesos  Un suspiro mezclado con un suave gemido de alivio y placer, abrir los ojos un instante y volver a hundirte en tus sueños.  Sueño demasiado. Demasiadas horas acumuladas en la cama, con la televisión encendida y el móvil en la mano, pensando en todo aquello que deseo, todo aquello que me cuesta conseguir, todo aquello con lo que no estoy a gusto, todo aquello que quiero mejorar. Pensando en cuanto me atraes y en que no nos conocemos. Pensando en lo cerca que tengo el bolígrafo y qué gran desgana me impide escribir Un café después de comer para aliviar el alma y dar energía a mi mente, ver Los Simpsons descansando en el sofá y después dedicar una tarde al estudio intensivo y a practicar movimientos con la muñeca para darle soltura a la imaginación sobre el papel. Me siento en la etapa más tranquila y madura de mi vida hasta ahora, sin prisas, con ganas y empeño, en el momento cumbre jugándome todo lo que tengo en unos meses. Espero que en esos dados salga mi número. Solo pido un poco de suerte y algo de seguridad en mí misma, porque cuando quiera dar el paso ya se habrán marchado las estrellas.
Y es que tengo jodido el labio de tanto fingir que te muerdo. Eres un desconocido tan sexy a mis ojos que me destroza. Una oportunidad y te morderé.  Para entonces espero tener mis labios suaves y levemente húmedos Los dos. Tengo tantas ganas de recorrerme tu cuerpo como deseo hacerlo por Italia. Ay, Roma, Roma, bellísima Roma, espérame en esos principios de Junio y déjame enamorarme, que a cambio te dejaré hacerme el amor, bellísima Roma. Suerte, esfuerzo e ilusión, pero no más de la necesaria. Últimamente el Karma me ha dejado tranquila estará  ocupado con otra mala gente como aquellos que se creen Dios. Qué triste creerse Dios en un mundo en el que Dios  es un psicópata asesino de 34 millones de personas
Karma Love, porque  te da atormentantes lecciones y alegrías simultáneas. Mmm, huele a mazapán y envuelvo mi llamador con las manos, una costumbre que tengo que me hace sentir protegida y tranquila. Sí, mi llamador mi protector, guíame al mazapán, querido ángel.
11:51 Y te regalan un bonito Buenos días por las mañanas, o eso esperas, porque lo único que yo encuentro al despertar son notas que escribo en mi nocturnidad, interrumpiendo mis abundantes sueños.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Bonita



Con los huesos rotos y la piel seca. El espejo es vacío. Los ojos vacíos. Salir de la ducha, abstraída del mundo, con la mente en blanco y ni una preocupación. Todo está bien. Todo está bien. Caminar por el pasillo con el cabello recogido con una pinza, los pies aún húmedos y el suelo frío, la toalla envuelta en su cuerpo, dándole calor, un calor que solo saben darle las sábanas. Nada, nadie más.
El espejo la saluda, le devuelve una leve sonrisa, no por leve mentirosa. Y se ve bonita, muy bonita. Sus ojos brillan tenuemente y su piel parece frágil. Se suelta el cabello, ese color ardiente y cálido y cae acariciando sus hombros desnudos. Se siente sensual. Poco a poco deja caer la toalla sujetándola por el pecho, notando una pizca de frío en la espalda, que hermosa se va descubriendo hasta llegar a los muslos. La toalla cae al suelo y ella se siente a gusto con su cuerpo. No es perfecto, pero está agradecida. Sin embargo, en una de las múltiples vueltas que ha dado sobre sí misma se descubre el error. Sus costillas por encima de la tripa son visibles... espantosamente visibles. Gira con miedo para verse el perfil mientras levanta cuidadosamente el brazo y descubre tres costillas sobresaliendo alrededor de su cuerpo, bajo su piel. El horror la invade y vuelve a mirarse la cara, afilada y algo más chupada de lo normal. Sin vestirse huye y a toda velocidad busca, busca, busca... 
Una ola de cuerpos esqueléticos comienza a proyectarse en su cabeza, famosas consideradas anoréxicas cuyos brazos son iguales a los suyos, cuyas cinturas no tienen mucho de diferencia y cuyos rostros parecen haber sido exprimidos. 
Con los huesos rotos y la piel seca. Se siente tan vacía que no es capaz ni de engordar. No se siente bien, no se siente bonita. Nadie la hace sentir bonita. Nadie.
¿Y sabéis qué? El peor castigo para una mujer es no sentirse bonita. 

«Los dulces sueños están hechos de esto. . . Todos están buscando algo. . . Algunos quieren usarte, otros ser usados por ti. Algunos quieren abusarte, otros que les abuses. . .  

lunes, 26 de noviembre de 2012

No te apagues.


Sombras en la nieve blanca, bifurcaciones en la taza de café, el rostro empapado y ni una lágrima más en los ojos. Ni una. Hablamos de llorar, llorar en silencio, sollozar, a llantos, en bajito, en soledad, bajo las sábanas, envuelta en un abrazo Sombras en la nieve blanca, bifurcaciones en la taza de café y ni una sola lágrima más dentro de mí. El hechizo del invierno a través de la ventana, y la inmovilización del frío envuelta en una manta. Sin embargo aún es noviembre y el manto de hojas no ha desaparecido. Me adelanto. Me adelanto porque tengo miedo. La voz rasgada de llorar y un insoportable dolor de cabeza y presión en la mandíbula, el nudo en la garganta que impide tragar y los ojos secos. Me adelanto al horizonte, esperando una buena noticia. De momento sigo sentada junto a la ventana contemplando un invierno ilusorio, una escena inmóvil. Sombras en la nieve blanca, bifurcaciones en la taza de café, el rostro empapado.  Ni hambre, ni sueño. Solo tú corriendo por el camino protagonizando el campo verdoso en primavera, y las hierbas secas en verano, llamándote, recibiendo tus miradas y tú te alejas como si fuese un juego, una búsqueda de olores en mitad del campo. Ya no hay nieve ni hojas secas, solo tú corriendo, cada vez más lejos, cada vez más lejos, hasta que te pierdo y desapareces. Desapareces entre el recuerdo y el invierno frío al otro lado de la ventana. La buena noticia de mañana decidirá si te alcanzo mientras corres al infinito o desisto ante la vida. Ante la muerte. 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ojalá volvamos a cruzarnos y acabemos enredados




Soy carne. Soy cebo. Soy ese piano con ansias de ser tocado por aquel maravilloso pianista. Soy deseable solo por un momento. Te has quedado mirando aquella foto que encontraste por casualidad, mi piel en blanco y negro te seduce, ¿verdad?  Atontado con las negras  medias de encaje que se ajustan a mis muslos con silicona, fáciles de quitar con sutileza. ¿Qué tiene? Te preguntas. ¿Y tú? ¿Qué tienes? Yo dejaba que me arrancaras las medias para dejarte correr por mis piernas, o correrte entre ellas. Dejaría la ventana abierta para que el sol se impregnase en mi cabello rojizo y darte todo el morbo que necesites, dártelo todo. Todo. La primera vez que vi tu cara no me llamaste la atención. Pero luego. . . uff  luego, qué cojones tenías después que no tenías antes. Ojalá volvamos a cruzarnos y acabemos enredados. Enredarme a ti, en tu cuello, en tu pecho , en tu cintura. En tu cintura. Que bailaría en tu cintura a pesar de que no tengo la mínima idea de bailar, improvisaría con todas mis ganas. Tu única misión es tirar de mi hilo y acercarme unos cuantos centímetros a ti, que una vez vea tu sonrisa sabré que será adecuado dar el paso y comenzar a bailar. 

Si me tocasen como Paterlini toca el piano...

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Placer-es.


Hubo un día en el que me dije a mí misma que  si mi corazón se cansaba le llevase a mis hombros hasta que recuperase el aire.  El problema es que en el lugar en dónde me encontraba no existía el aire.  Por eso suplico por el olor a caramelo de tu boca después de aquella copa de alcohol, el humo que dejaba salir de mis labios para chocar contra tus párpados.  Hasta que acabó el último cigarro del paquete y no quedó más que una copa vacía con hielos derritiéndose, como tu sabor a caramelo.  El platito de aceitunas sin tocar, y la barra del bar pegajosa y brillante. No nos importaba el día en que nos encontramos en aquel bar, y nos miramos sin conocer nuestros ojos, porque queríamos conocerlos. Los tuyos no guardaban secretos. Supe al instante con una mirada lo que querías. Sexo. Sexo en tu cama, en mi cama, en tu coche, en mi ascensor, en aquel lavabo público o en la ducha. Sexo. Y tú supiste que yo quería caramelo derretido y caliente. No quería sexo, tampoco quería amor. Quería placer. Placer dulce en un dulce noviembre. Placer hasta romper costillas, hasta quedarme sin voz. Placer como el que me da aquella emotiva canción pasada de moda que conozco desde que no alcanzo a recordar, placer como el morder un bombón un poquito derretido, y que se me quede un pegotito en el labio inferior. Placer como el calor del sol en una mañana temprana de febrero, placer como la melodía que canta un piano en la sala contigua , placer como la primera vez que alguien te dijo te quiero, placer como aquel día en que la lluvia te acorraló e intimaste con ella hasta enamorarte, placer como cuando te dijeron la frase más bonita acerca de tu personalidad, placer como el momento de meterte en la cama después de una larga y loca noche de fiesta, justo al amanecer, placer como cuando tus padres te sorprendieron con algo que llevabas deseando meses, placer como cuando te encontraste un papel arrugado en la calle y descubriste toda una historia sin principio ni fin de dos adolescentes que se escribían a escondidas en clase, placer como cuando descubriste tu gran talento, placer como cuando fijaste tu sueño. Ese placer. No eso a lo que llamas sexo.
No queda alcohol ni tabaco, y el coche está a la vuelta de la esquina. Asfixiado mi corazón me lo eché a los hombros y esperé a que volviese a sentir su aliento tranquilo en mi nuca. No rechazaré a tal apuesto tipo de barba de tres días y sonrisa torcida, por supuesto que no,  una vez con él, el corazón bajó de un salto de mi espalda desbocado, pero aún así, mientras nos dirigimos a su coche pienso: no busco lo que él llama “un polvo”, ni tampoco enamorarme, si no llegar al orgasmo con las pequeñas oportunidades que me ofrece la vida.


viernes, 9 de noviembre de 2012

El cuarto de baño de Ana.


Un baño. Baldosas de piedra por el suelo y las paredes, una bañera de porcelana  de un color blanco brillante a juego con el lavabo y el váter. Un espacio no muy grande, con un pequeño armario de madera oscura apoyado en una de sus cuatro paredes. Un cuarto de baño. Llamémoslo “El cuarto de baño de Ana”. Ana es una joven, recién estrenada en sus dieciocho, muy centrada en sus estudios y aún con una cabeza loca llena de deseos y despreocupaciones. Pero ¿a quién le importa la vida de Ana? Sin embargo ella, cuando se mira en el espejo de su cuarto de baño piensa. Piensa. Imagina. ¿Qué ha podido ocurrir allí? Dado que sus padres tienen aquella casa desde 1982, han podido ocurrir miles de cosas. Ana recuerda aquella vez, mientras estaba sentada en el váter, con el papel higiénico en la mano, despeinada y recién levantada, cómo descubrió diminutas hormigas rondando por el embaldosado y dio un grito demasiado desagradable a su madre. Hace ocho horas de que ocurriese aquello, su hermana pequeña había mezclado todos los productos cosméticos que había encontrado en una taza de plástico de juguete, de color rojo, importante detalle. Ana, al descubrir que la mitad de los botes estaban más vacíos de lo normal, se agarró un berrinche en el que acabó enfrentada a su madre. Hace cuatro horas de que descubriese la patrulla de hormigas explorando el terreno frío y grisáceo de piedra, se había encerrado en su cuarto llorando debido a las múltiples discusiones con sus padres. Hace cinco días de ello, Ana había descubierto un lunar nuevo en su ingle mientras se depilaba para que a la misma tarde, un chico se presentase en su casa y cansado de la monotonía de la cama se la llevase a la ducha para continuar excitándola y penetrándola empapados de algunos de los productos que en ese momento continuaban en sus botes. Algo parecido ocurrió hace veinte años, entre sus padres, pero eso es algo que Ana no sabe, y seguro no le agradaría saber. Hace treinta, cuando sus padres compraron el piso, compartieron sexo desenfrenado por cada uno de los rincones de su casa gobernada por el eco y apenas amueblada, incluido, el cuarto de baño de Ana.  Un mes después del incidente de las hormigas, Ana cortó con el chico y volvió a encerrarse en su cuarto de baño, a llorar desconsolada apoyada en el rincón frío de la bañera mientras el agua fría camuflaba sus lágrimas. Ana solo tendría que esperar medio año más para conocer a otro chico, que posteriormente también visitaría su casa y haría sus necesidades en su baño. Al terminar de lavarse las manos, cotilleó el armario de Ana, analizando hasta el cepillo de madera del pelo. Esto Ana no lo supo jamás. Supongo que todos lo habremos hecho alguna vez, incluso sin intención de fisgonear. Hace cinco años de esto, Ana intentaba maquillarse para una fiesta en sus trece años. Sinceramente, quedó horrible y dejó el lavabo como un cuadro de Picasso, a juego con su cara. Tres años después se alisaría el cabello con una plancha mientras su mejor amiga se embadurnaba de espuma sus elegantes rizos. Un par de años después recordaría lo que se rieron encerradas en su cuarto de baño, pues dejaron de ser amigas. Diez años después, Ana, ya independizada, visitaría a sus padres y descubriría una nueva reforma en el baño. Otros diecisiete años después, su hija menor se quedaría encajada en el orinal y acabaría llorando gritando con todas sus fuerzas pidiendo socorro a su madre. Muchos años después, aquella casa no sería de Ana, sería de Fernando, un joven treintañero que vivirá con su Golden Retriever  solos, cambiando el sentimiento de Ana y volviéndose a reproducir muchas de las secuencias nombras, pero en distinta situación y con distintos protagonistas. A los tres años de que Ana encontrase las hormigas, descubrió a su vecino cantando en unos tonos altibajos incontrolados al otro lado de la pared. Retrocediendo a su niñez, Ana y su padre se encerrarían en el baño para dejar suelto a un hámster sin que se escapase, jugando con él, Ana riendo con seis años feliz entre los brazos de su padre.  Once años después, Ana se quedaría sola en casa y se daría un baño caliente de sales minerales mientras se fuma un porro de marihuana escuchando su canción preferida. Ocho años después, antes de que Ana se enjuagase el cabello metida en la ducha, recibiría una llamada urgente y con la prisa se resbalaría dándose un fuerte golpe en la cabeza que le causaría un importante traumatismo.  Unos días después, saldría del hospital sana y salva y durante el resto de sus días en aquella casa, utilizaría una alfombrita de plástico para no volver a resbalarse. Siete años antes de que su hermana mezclara sus potingues, Ana lavaría a su pequeño perro de dos años, mientras él trataba de liberarse de la tortura del jabón.  Quince años después, Ana se masturbaría pensando en su jefe de trabajo apoyada en la puerta, de frente a su espejo, hasta llegar al orgasmo. Ana murió, dejando cada uno de sus momentos en aquel baño olvidados en el pasado. Nadie se acuerda de tantas cosas, ni si quiera Ana. Y es una pena. Cuántas escenas reales damos por inexistentes una vez olvidadas… Realmente Ana, cuando se miró en el espejo al comienzo de esta pequeña historia, solo quería reventarse una espinilla que le había salido en la barbilla. El cuarto de baño de Ana desapareció en el año 2094, cuando decidieron demoler el edificio para construir uno mucho más moderno. Adiós, cuarto de baño de Ana. 

viernes, 26 de octubre de 2012

¿Quién te dice a ti...?


Rompiendo mis márgenes, buscando entre cada gota que resbala en la bañera. Y sentarme desnuda dejando que el agua de la ducha caiga sobre mi cabeza y resbale por mi piel, se deslice por mis labios hasta mi boca y me inunde las pestañas. Agua fría para días de felicidad, agua caliente para días de tristeza. Que el vapor ascienda y empape el espejo en el que luego nadie podrá reflejarse. Es tan frustrante tener que recoger los pedazos de mí. Me duele al agacharme a lo más profundo, cuesta levantarse.
¿Sabéis? No hay nada pero que querer ser otra persona. Mirarla cada día y envidiarla por su aspecto, su actitud o su triunfo... O encontrártela en el autobús y sin conocerla de nada desear tener el mismo pelo, los mismos labios, el mismo bolso, los mismos zapatos... Están aquellos que luchan por ser su copia. Bueno, más triste sería no tener nada por lo que luchar. Yo envidio. ¿Quién no envidia? ¡Ah, mentiroso...! Sé que tú también, ese en el que piensas ahora mismo, ¿de verdad es mejor que tú? Envidio que haya gente con éxito escribiendo en internet , pero no por ello quiero ser otra copia más. Apenas me leerán tres personas que me conocen, ¿y?
Ya tendré tiempo de que me lean, y tampoco quiero hacerme publicidad. Por lo tanto, olvido mi envidia. Pero tú, deja de pensar en los ojazos de tu compañera de clase, nunca los tendrás azules... pero ¿quién te dice a ti que no es tu mirada oscura una de las cosas de las que él se enamoró? ¿Quién te dice a ti que la canción que escribiste, la que no tuvo tantas reproducciones como aquel otro, no emocionó a alguien? ¿Quién te dice a ti que tu jefe no pensó que serías un buen trabajador el día en que le diste la mano y sonreíste con todas tus ganas e intenciones de caerle bien?
La ducha, definitivamente, inspira. Mi conclusión es que me gusta lo que soy, y cada vez soy más consciente de que voy dejando atrás a esa niña inocente e insegura, y me voy acercando a una mujer más decidida y con ganas de no perder ni un minuto de mi tiempo en chorradas. Cada mínimo detalle que hago por mí y para mí me hace feliz, pero por cada minimísimo detalle que hago por y para los demás, doy otro paso adelante, haciendo cosas que haría una niña. Me doy cuenta de que no me estoy volviendo tan egoísta como pensaba, si no más independiente. Cierro el grifo y respiro hondo sintiendo como el frío penetra en mi piel, como se eriza hasta que un escalofrío me despierta y empuja a ponerme en pie. Con esta independencia tengo que empezar a poner en práctica todo lo que me estoy planteando hacer a lo largo de la vida. Quiero deshacerme de la pereza, de la vergüenza, del miedo... Creo que forzándome un poquito a ello las primeras veces, las siguientes, si fracaso no será por mi desgana ni mi falta de empeño. No necesito la toalla, ni siquiera secarme los pies. Voy a dejar una huella que solo el tiempo podrá borrar. 

miércoles, 24 de octubre de 2012

"Frío"


Escucha, pero haz oídos sordos. No respondas, no actúes. Sólo recoge lo que merece la pena reflexionar y olvídate de todo aquello que pueda encarcelarte en amargura. ¿Quiénes son ellos para determinar mi condición, mi estado, mi humor? Yo misma debo aprender qué está bien y qué está mal, y ellos no me conocen enteramente, no saben qué es bueno ni qué es malo para mí, entonces no pueden hacerme sentir bien ni hacerme sentir mal. Me sois indiferentes.
Nunca des demasiada importancia a tus amigos, tienes que guardar cierta independencia. No todo lo que te digan es verdad, ni mentira. Tu formación, tu camino al ser tú mismo no lo tienen que regir ellos, si no tú.
Pide consejos, siempre vendrán bien, pide opiniones y críticas, acéptalas y guárdalas, pero que no se te claven hasta hacerte daño. Sé tu propia coraza, pero sin encarcelarte en ti mismo. Tú y sólo tú eres tu dueño y tienes la llave que abre tus sentimientos. Nadie, ni siquiera tu madre, tiene el derecho a arrancártelos hasta rasgarlos. Enfríate , mantente frío y cuando el momento sea el adecuado, derrite tu corazón. 

lunes, 8 de octubre de 2012

"Superbia"





Dicen que la soberbia es la cabeza de todos los pecados restantes. Todos guardamos orgullo. Lo que pasa es que somos unos cuántos los que no nos rebajamos a pedir perdón o ayuda a no ser que sea extremadamente necesario.
Yo, por ejemplo, iría al Infierno arrastrada por él. 
Pero, ¿por qué es malo? Quizás es que a veces no nos percatamos de esa delicada y fina línea casi inapreciable que limita el amor propio del orgullo. Que sí, tío. El problema es que mi autoestima se me cae muy ocasionalmente, mi amor propio está lleno de ostias, entonces llega el orgullo y me coge por debajo de los brazos, me levanta, me alza la barbilla y me quita la expresión tonta e inocente de la cara. Me vuelvo... egoísta y orgullosa. No voy a compartir mis problemas si no veo exagerado interés, no voy a mantener una conversación como si nada después de días, semanas, meses sin contacto por un puto enfado. Ya puede pasar un año, que hasta que no vea que te importo no te haré ver que me importas, por mucho que te tenga en mi cabeza todo el día.
Superbia.
Y Nietzsche dijo: 
«Pido pues a mi orgullo que siempre vaya del brazo con mi cordura. Y cuando me abandone mi cordura, pues le gusta alzar el vuelo, que mi orgullo vuele siquiera del brazo con mi locura.
Superbia. Me gusta ese nombre. Lo utilizaré más adelante, quizás para una buena historia, una que merezca la pena mostrar.
Me resulta extraño porque el orgullo me define, el orgullo me hace ganar y también perder. Que me castigue Dios, si existe, por cometer este gravísimo pecado, por olvidarme de mis propios errores y defectos, por recordarlos y no reconocernos.
El pecado es inmortal. Mi pecado no muere. Y mi principal y eterna guerra siempre será en su contra.
Y, si soy sincera, es una guerra amistosa, ese amor desordenado de mí misma me cae bien, me hace yo.
Soy autodidacta, mi muro es no aceptar las críticas, y soy consciente. Pero soy así, y no me rebajo. No me rebajo. Estoy enferma, enferma de orgullo.

"La amargura y el orgullo son hermanos gemelos; el mal humor y la irritabilidad son sus inseparables acompañantes"

jueves, 4 de octubre de 2012

"Unos cuantos polvos de madrugada."


En la cama pasan más horas que sueños. Los sueños se deshacen, se desvanecen, como el humo del cigarro que sube hacia la pared y nunca llega. Me pregunto que hora será, hace tiempo que me he despertado y una luz blanca se cuela por el pequeño hueco que deja la persiana antes de tocar el alféizar. Acaricio las sábanas pensando en la lujuria que ha quedado grabada en ellas. El cigarro se consume sin llegar al final y los recuerdos vuelven a mí, como la humedad entre mis piernas. Por pensar en ti. No, en ti no. En ti no pienso. Ni te quiero ni te quise. No fuiste nada para mí más que unos cuántos buenos polvos de madrugada. A mi casa te traía y de mi casa te echaba. No me gustaba escucharte hablar, no me gustaba tu insistencia... ni siquiera me gustaban tus besos. Solo tu forma de follarme. Nada más.
Duele, ¿eh? No siempre sois vosotros los que nos echáis a patadas, eso no es así. Hay capullas como yo. En verdad, la mayoría son como yo. Pero solo con aquellos que no llegamos a querer, aquellos a los cuales no cogemos ni una pizca de cariño, aquellos que solo sirven para un polvo. Y nada más. 
Ahora puedes llamarme princesa mientras me piensas en puta. Sí, así, soy una zorra bipolar que no sabe lo que quiere y que juega contigo, una hija de puta sin sentimientos inmadura y muy muy muy guarra. Pero bien que te encantaba la forma en que te la comía, eh cabrón... Tanto tú como yo podemos insultarnos y odiarnos, pero ambos reconoceremos que aquellas noches ambos rozábamos el cielo. Ahora nos mandamos al infierno. Y a veces quiero que vuelvas, te echo de menos. Y esas manos que deambulaban por mi piel. Pero ahí te quedas, sigue llamándome puta. Sigue mirándome con una mezcla entre odio y deseo que sólo te vas a quedar con unos cuantos polvos de madrugada. 

jueves, 27 de septiembre de 2012

´Chica de pelo rojo, querido anónimo´


Esos labios. Esos labios sin rostro, esos labios sin dueño se han escapado para mí en medio de una tormenta de besos.
Acurrúcate y te diré: "Cántame al oído con esa voz rota hasta que me devore el sueño..." Ven. Acurrúcate. Vamos a darnos calor.
Siempre con las prisas de hacer todo y no hacer nada. Y yo me vuelvo loca por verte hacer todo, por nada hacer conmigo. 
Invítame a cenar a tu casa, dame comida basura y una tarta de tres chocolates y base de galleta. Después destapa una botella de sonrisas de tu mejor cosecha. 
La primera es mía. La segunda es tuya, siguiendo el protocolo. Emborráchame de risas hasta que no pueda más. Haz que tu olor se quede en mi pelo al despertar.
Haz que la luz recorra tu espalda desnuda por la mañana, que el joven sol mañanero te acaricie hasta despertarte y me mires. Y te mire. Y me miras y te miro.
Esto es una canción sin melodía. Es un cuento. Y yo la protagonista.
Soy yo la protagonista de un libro vacío, una chica de pelo rojo en sus aventuras por las páginas en blanco de aquel cuento inventado. 
Corriendo con las ganas de llegar a una página escrita... todas en blanco. Me han borrado.
Huele a pan, a horno... Mmm... Como abrir un armario después de temporadas cerrado y desdoblar un jersey, olor a.. quietud.
Esos labios que me enamoran, esos besos son relámpagos cada vez más lejos unos de otros, los labios se van.
Como adoro que me beses la cabeza. Como adoro ese futuro. Esas manos que me acarician no son de nadie, esa espalda a la que me aferro no existe y esos labios ya se han ido.
La cama desecha, las sábanas revueltas, el sol invade la habitación, solo yo, desnuda en un espacio blanco, con mi cabello brillando con fuerza y mis ojos llorando sin darme cuenta.
Me siento una diminuta mota de polvo al otro lado de la estancia, escuchando risas que antes fueron mías. Me han robado la botella, me han robado la voz rota y cálida y me han robado sus ojos.
Esto es solo un libro vacío, en el que escribo lo que sueño. Hoy he soñado que me enamoro de alguien cuyo rostro es un borrón de color carne.
Hoy he soñado que soy feliz con alguien por quién luchar. 

lunes, 24 de septiembre de 2012

"Porque el mundo es una porquería"




Como cuando te apareces 
sin haber venido 
ofreciéndome un cigarro 
a las dos de la mañana 
recostados en el suelo 
el misterio en las esquinas 
hay un gato en el tejado 
que maúlla y nos mira 
la música gira 
y la noche que se estira 
el tiempo pasa 
tú no estás 
como vas a estar perdido 
donde ha estado siempre 
rodeado de personas 
que hoy solo son gente 
una nube pasa 
y me lleva al mar 
y me meto dentro 
tú no estas 
porque me pierdo siempre en la autopista 
cuando canta el gallo 
siempre estoy a contrapie 
si propongo algo 
se me olvida la medida 
siempre solo siempre quieto 
siempre en pie 
porque el mundo es una porquería 
mucha gente harta 
y unos pocos lo ven bien 
mucha policía 
mucho bestia 
muchos días 
demasiados si lo pienso 
donde estoy 
como cuando me aparezco 
en el borde de alguna gran caída 
como cuando salto 
como cuando estoy...