miércoles, 9 de enero de 2013

Como...



Como silvar a los árboles
Como inundar una vela
Como hacer arder el mar
Como cuando te dicen “Quiero besarte”
Como cuando le besas
Como cuando al sol el cabello se convierte en amapolas
Como robar tabaco a los tíos que te follas
Como reír a carcajadas mudas, como una escena de Hollywood
Como una playa  de carreteras, y una ciudad llena de tiburones
Como ese pezón duro que se muere por ser pellizcado con fuerza
Como esa escena en “El último Boy Scout” en la que Bruce Willis destaca en su guión
“El agua moja, el cielo azul, las mujeres tienen secretos…”
Como desnudarse frente a la ventana en el piso más alto de un rascacielos, donde nadie puede verte pero tú puedes verlo todo. Y desnuda
Como llorar y quedarte sin lágrimas, o reír sin sonreír
Como sangrar bajo la piel
Como Jon Bon Jovi y su sonrisa, la más maravillosa del rock
Como cuando tienes el corazón herido y tu coño ardiendo
Como cuando el amor tenía sentido
Como sentir cada mundo colgando de las yemas de mis dedos
Como empequeñecer uno de esos mundos hasta que entra en mi escote
Como cuando me agarras los pechos y los aprietas mientras gimo de placer
Como cuando es mediodía y no hay sol en el cielo
Como romperme las medias después de un mordisco en la ingle y crear una infinita carrera a lo largo de la pierna
Como guardar aquellas medias para siempre en  una caja de madera
Como cuando la bruma flota sobre el mar
Como gritarle al cielo que a qué se debe esta estúpida sonrisa
Como meterte su polla en la boca y tragarte la arcada hasta el fondo
Como sentirte profunda, en todos los sentidos
Como cuando se me sale la sonrisa por los ojos
Como el momento en que acaricio una piel infectada de errores
Como cuando follar frente al espejo es algo que me carga de excitación
Como cuando el café y el cigarro después de comer son tus mejores amigos
Como cuando te olvidas del mundo cuando no debes
Como cuando quise que fueses mi ángel hasta que supe que los ángeles no tenían sexo, y entonces te quise más terrenal que a nadie
Como vivir, porque de nada sirve quejarse en este mundo de locos.

sábado, 5 de enero de 2013

Puertas


Es triste. Tan triste como soplar y no saber donde acabará aquel soplido. Como tirarse de un edificio convencido de que puedes volar. Pero no. En estos tiempos los sueños están por debajo del dinero y la tecnología. 
Pasar el rato antes era sentarse sobre el césped bajo un árbol, con un libro abierto en los muslos respirando el aire puro de la montaña, escuchando los pajarillos madrugadores y ver a lo lejos los ciervos que se cobijan en las sombras. Antes, pasar el rato era asistir a una sala de jazz y ver a ese enorme y grandioso grupo que provocaba orgasmos a través del tímpano. Antes pasar el rato era pasear en una balsa por el lago o colarse en un velero mar adentro. Antes sabíamos disfrutar. Estoy empezando a pensar, pesimista de mí, que si el 2012 hubiese acabado con nosotros habría hecho un favor al universo. 
Deja el móvil. Si recopilásemos los diez minutos, que a ti te parecen dos, que esperas mirando cada contacto, esperando una nueva conversación, esto unas cuatro veces al día, más otros 10 minutos observando aplicaciones, media hora jugando a un juego e innumerables horas chateando con ese chico al que viste el día anterior se te ha ido un año entero dedicado a las nuevas tecnologías. 
¿Y sabes lo más curioso? Que luego eres tú el que te lamentas por perder el tiempo y no estabilizar tu vida, si te has pasado semanas enganchado a un juego online. 
Antes, a chicas de mi edad nos decían que teníamos que buscarnos un marido con dinero y estabilidad. Luego los cuentos nos engañaban con aquello de "el amor no tiene condiciones". No os engañéis chicos, pero somos muchas las que buscamos un hombre que tenga claro lo que quiere, y no por nuestro futuro, si no por el suyo. 
Sinceramente, no quiero pasar mi vida con un hombre que esté día tras día lamentándose de no haber cumplido lo que se propuso. Quiero un marido orgulloso de su vida. No rico. ¿Qué importa estar en la ruina siempre y cuando sea tu sueño el que te lleve siempre de la mano?

Es triste, tan triste como tirarse de un edificio convencido de que puedes volar.
La vida se mide en pasos. Y tú te has sentado frente al ordenador, desperdiciando cinco años de tu juventud en redes sociales, juegos y ocio inútil. 
Si no tienes dinero para ir a un directo de jazz, para montar en velero o viajar a los Andes, proponte conseguirlo, porque sentado en tu silla no presionarás al cielo a que deje llover dinero. Por cada paso que das, se abre una puerta, y otra, y otra, y eres tú el que decide pasar de largo o atreverse. Cada puerta es un futuro. La silla es otro. Pero cuando quieras levantarte las puertas se habrán cerrado. 
Es triste como observar un barco en un cuadro queriendo navegar, o como admirar el mismo cuadro queriendo aprender a dibujar sin atreverse. 
Es triste salir a la calle y tener presente que ni la mitad de los jóvenes sin un futuro fijo están sentados en su silla. 
Aunque por mí, quedaos sentados, más puertas para mí.