Yo
tenía un destino y me habían asignado una libertad.
Es una ironía divertida, pero
tengo la voz rota y me cuesta hablar con soltura. Ya me imagináis.
Llevo ya unos años escondiéndome
bajo un tinte pelirrojo tulipán y unos ojos que ya no me piden maquillaje.
Me he acostumbrado a mis
propios suspiros y a quedarme sin aire y tener que saltar inconsciente para que
un golpe vuelva a hacerme funcionar.
También al tabaco y al café, y
como hacen el amor tan suciamente en mi boca hasta privarme de besar.
He perdido a mi musa, a la que nunca conocí. Ahora sólo
sé que está más lejos que nunca y sólo me queda de ella unas sencillas historias
de adolescente que nadie lee.
¿Por qué huiría mi musa, si la
adoraba como a ninguna? Y ahora un papel
en blanco me vence cada uno de todos los duelos a los que nos enfrentamos.
No sé escribir. Se me ha
perdido con mi musa, allá dónde esté inspirando ahora.
Yo tenía un destino que decidí
descartar. ¿No?
Mmm… esta voz rota es muy
sensual en una noche de calor junto a la ventana.
Aún me duelen las ingles del tipo de mediodía, y tengo la marca de la boca del de anoche.
De uno aprendí que la vida no
es un cuarto de basuras mugriento dónde rebuscar tu comida para sobrevivir, y
de otro que no hay que disimular tanto una alegría que no existe.
Me quedo con esos polvos que
son sólo “polvo en el viento” y sus enseñanzas que son huellas en mi destino,
aún caminando.
He olvidado que el cigarro
seguía encendido y está precioso vestido de delicadas cenizas que no durarán ni
dos segundos antes de que una ráfaga de viento las haga desaparecer.
Soñadora, me dice mi
subconsciente, eres una soñadora.
Tengo muchos sueños que
cumplir y todos llevan tiempo, camino despacio porque de momento no tengo
prisa. Me entretengo con obstáculos como la pereza, la falta de disponibilidad, el dinero
(por muy materialista que suene, sin dinero no vas a ninguna parte),la carrera y volver a enamorarme de alguien del
que ya me enamoré.
Un corazón que late tan rápido
y está cosido malamente después de resquebrajarse hace de su cuerpo una cárcel y
de su alma una suicida.
Pero prefiero andar con un
corazón desgarrado que con la ausencia de mi alma.
Al menos mi alma me escucha y
podemos charlar de vez en cuando, aún teniendo el pecho vacío, seguiría siendo
humana.